sábado, 6 de octubre de 2007

DE SANGRE

Arriando fue las penas, allá en el Portezuelo,
mi abuela Juana tuvo tristeza de los cerros

Tiempos de andar en la vida forcejeando al viento macho
con espuelas de esperanza al galope de un pan duro.

Empujando a sus hijos hacia un gran Buenos Aires
hacia la trampa enorme de disfrazar su sangre.

El tiempo hizo que hermanos se alejen de su suelo
que su raíz disperse semilla hacia otro sueño.

En el cerro en Catamarca una familia que falta.
Si pa` pobre se ha nacido el destino nunca falla.

Del pueblo no hay recuerdos, solo tarde y miserias
que me llegan en la sangre, de El Alto de mi abuela.


El desarraigo como tema esencial de los pueblos del interior, en la busqueda de concretar la promesa de un bienestar mejor a las carencias y al olvido de los pobres. Es un canto que se repite en miles de historias que han forjado este país, tan inequitativo y desparejo, acumulando gente en las zonas más industriales, desbalancenado población y riquezas en la ancha extension de nuestra patria. La abuela Juana fue una mujer luchadora que creyo que el destino de sus hijos iba a ser mejor en Bs. As., al final todos los hijos se fueron del querido El Alto y un día regresaron para traerla a ella con su esposo. Juana Ojeda murió a finales de los 80 en Lomas de Zamora.

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